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tabilas,... saber y tradición


Las tabibas. Saberes y poderes de las mujeres que, en el Sahara, transitan los siglos

Desde las prácticas medicinales y sus conocimientos ancestrales (bereber), las tabibas, mujeres de las medicinas saharauis, consolidan las comunidades de refugiados.

Su ciencia tiene que ver con valores y creencias que subsisten en las poblaciones, que habitan cerca de Tinduf desde hace veintiséis años. Memorizan y enseñan el sistema de prácticas que da validez, desde el comienzo de la vida misma, a la procreación y la fecundidad.
Han caminado por el desierto para establecerse en campamentos, en jaimas donde intercambian saberes y creencias, construyendo realidades sociales cotidianas, que reproducen y representan las vivencias de sus ciudades, abandonadas tras la ocupación marroquí.


Entre hierbas, minerales, amuletos, etc., le dan funcionalidad a la cultura, cargando por el desierto y los siglos el ethos, la estructura y el rito.


¿Qué es una mujer salvaje?
...es la fuerza, vida, muerte, vida,
...es la intuición, es la visionaria,
la que sabe escuchar...
Nos enseña lo que tenemos que buscar,
la fuerza indestructible de la vida, los huesos...
deja en el territorio del alma de una mujer
un áspero pelaje, y unas huellas llenas de barro.

C. P. Estés

La situación del pueblo saharaui indica uno de los hitos más importantes en la historia contemporánea de los pueblos de África por conseguir la libertad.

Los campamentos están habitados por mayoría de mujeres, ancianos y niños, mientras los hombres se hallan en unidades combatientes, universidades del exterior o en representaciones en el extranjero tratando de consolidar los derechos de su República apenas naciente (RASD).

La actividad de supervivencia de los campamentos queda en su mayoría en manos de las mujeres.

Quienes en un trabajo colectivo con distribución y eficiente cumplimiento de las funciones, ocupa a toda la población entre los centros de sanidad, enseñanza, artesanía, trabajos agrícolas, actualización cultural e ideológica, campañas de alfabetización, y otras.

Esta sociedad ha permanecido durante más de veinticinco años, reclamando sus derechos sobre las ciudades originarias, reproduciendo las mismas en campamentos compuestos por jaimas de escasos recursos, como una manera de no olvidar su organización y su cultura.


La población saharaui es arabo-bereber, con alguna mezcla de elementos negros, y de religión musulmana.



Hoy la agricultura es casi inexistente, salvo en pequeñas áreas en donde como oasis pueden cultivar legumbres y verduras para un eventual consumo.

Se alimentan gracias a la cooperación mundial, especialmente de las distintas regiones de España, ciudadanos que han respetado la responsabilidad de no abandonar a los refugiados, más allá del olvido de su gobierno.

Significa en el mundo, un alto valor ciudadano, la consciencia de la cooperación que el pueblo de España y sus regiones, expresa hacia estas poblaciones, redimiendo en la historia y para la historia, sus vínculos con sus antiguas colonias.



Antes de la colonia, la sociedad saharaui presenta rasgos nómades, esta sociedad, con estructuras árabe con predominio de linajes y hazañas bélicas, establece una forma social, impuesta por el medio desértico y hostil, un grupo unido por el parentesco, con un antepasado común de gran prestigio y de carácter santo, cuya cadena familiar se remonta por siglos.

Las familias se agrupan en subfracciones con un antepasado común, formando una fracción, y la reunión de las mismas forma una cabila, que llevará el nombre de su fundador original.

Esta manera de conformar los grupos comunales es un factor que garantiza la supervivencia de todos aquellos que pertenezcan a esa comunidad.

Pero existe la necesidad de que estas poblaciones prevalezcan en medios naturales desfavorables, y su subsistencia se torna frágil y vulnerable.

No sólo prevalecen y sostienen estas sociedades, con el apoyo humanitario de los países cooperantes, que protegen la alimentación y la salud de las mismas.


Un sistema eficaz, que requiere tal vez un análisis detenido, tiene que ver con sostener la fertilidad, fecundación y natalidad, en estos campamentos.




Las tabibas (mujeres de las medicinas), son las encargadas de deambular por las arenas, llevando el cúmulo de sus conocimientos ancestrales, cumpliendo con una tarea que trasciende la aparentemente cumplida como asistentes obstetras.

Son sabias en el transmitir modos y acciones para que las mujeres mantengan la procreación, como un método de supervivir, ante la variabilidad de los hechos que determinarían de otra manera la extinción de su etnia.

Poseedoras del animismo de la Antigua Africa negra, con influencias bereber y de otras costumbres que aun persisten en Arabia, legitiman las prácticas mágicas, tabúes alimentarios, transmiten pensamientos y doctrinas sufíes, vehiculizando estos conocimientos, como estrategia de mantener vivas las costumbres y la vida en el Sahara.

Van por el desierto, como el viento que propaga el espíritu popular, pensamientos que no se disciernen, formas y rituales que no son demasiado manifiestos, nadie se pregunta si esos conocimientos son coherentes, están instalados en la cultura de las poblaciones.

Propenden a la cohesión familiar y social.

Establecen los códigos del pudor (ihya), respetabilidad (horma), infundir respeto (qdär); mediante las maneras de ser una madre fecunda y fiel esposa.


Y llevan en la práctica las estrategias para sustentar esta función de la mujer en las comunidades, función que sostiene la perdurabilidad del patrilinaje.

La mujer saharauí será por un lado continuadora del linaje (valor importantísimo), y por otra, representante del mismo, será a través suyo que se juzgue el honor de la familia, según su comportamiento social.



La mujer es poseedora de la seducción y la subversión en su naturaleza, unidas al kayd inteligencia femenina , amenaza y atrae de manera sinuosa a los hombres como si fueran hechiceras.

Se instala en ellas el futuro y el poder de fecundidad, y podrían negarse a estos dos potenciales, poniendo en peligro la existencia del grupo.

Por ello el hombre realiza un acto de posesión en la relación conyugal, como si con su simiente estuviera socavando la tierra y haciendo germinar la vida de ella.

Todo esto se ha resignificado, ante la mayoría de mujeres que deben vivir solas en los campamentos, el acto sexual instala el deseo de la procreación, urgente y perpetuadora, como una necesidad instintiva y de supervivencia.

Los ritos de fertilidad han tenido desde épocas antiguas un propósito social: propiciar la fertilidad humana y la del suelo, la animal y la de las divinidades, para que la semilla germine y los vientres fueran protegidos de la esterilidad.

Antiguas escarificaciones en el vientre, encontradas en figuras femeninas, que servían para proteger la virginidad hasta la boda y luego propender a la fecundidad.

Aún en la actualidad se realizan por medio de punción con aguja y pintura vegetal que usan las mujeres para maquillar los ojos, y carbón en polvo que se obtiene de las marmitas con que cocinan.

La zona a tatuar se impregna de colorante vegetal (henna), encima se coloca el carbón con los dedos y sobre estos elementos se pica con la aguja, hasta cinco veces en cada punto, limpiando con agua, insistiendo sobre las mismas grafías, que consisten en puntos y círculos que formaran ancestrales dibujos, copiados de padres y de abuelos, que los hacían como un ritual sagrado.

La figura y el cuerpo de la mujer vinculada a la fertilidad, desde antaño, nos transporta a Rkeiz, donde en marzo del 2002, trabajé relevando frescos rupestres en las diversas cuevas y abrigos prehistóricos de esa región.

La figura de la mujer bailarina, observada por los niños, como en un rito de iniciación , nos muestra parte de los rituales que aún persisten en las arenas del desierto, cuando son las mujeres quienes transmiten esta forma de expresión asociada al ritmo, y al t'bal (tambor), en los ritos de la vida social, nacimientos, circuncisiones, bodas , etc.

Un lenguaje y un cúmulo de conocimientos ancestrales se movilizan detrás del éxito de la fecundidad.

La complejidad cultural es un reflejo de alguna propiedad de la propia cultura, y los elementos de esta complejidad están presentes conscientes o inconscientes en la mente de los individuos que deberán preservar esta cultura.

Ante un inminente peligro de desaparición, los grupos y el ethos se defienden, con los mecanismos que le ofrece el presente, sin olvidar y preservando comportamientos del pasado que han resultado eficaces en el tiempo.



Son las tabibas las encargadas de vehicular y transmitir estos comportamientos entre los campamentos de refugiados en el Sahara Occidental.

El rito matrimonial ampara la sexualidad de los cónyuges y legitima la procreación, la mujer será madre y trabajadora, sostén del patrilinaje, responsable de que el mismo sea prolífero, y esto establece un ocultamiento de uno de los problemas más difíciles que deberá resolver la tabiba, ante una evidente esterilidad o imposibilidad de procrear por falla del hombre, y lo hace prescribiendo comer carne de chacal.

Será este diagnóstico secreto, que no podrá develarse socialmente. El chacal está asociado en otras regiones a las narraciones de los tuaregs, y a una prehistoria común según Jean-Loic

Le Quellec: "à une préhistoire commune, à la trés ancienne fragmentation d'une population unique après son expansion sur tout le nord du continent".

"Ainsi cette figure du chacal si présente dans l'art rupestre saharien n'est pas directment liée a Anubis, le dieu égyptien des morts, mais parait plus proche de contes touareg et berbéres. De mystérieuses scénes érotiques avec un homme portant une téte de chacal prennent alors tout leur sens rituel si on les met en relation avec l'expression 'le mariage de chacal' encore vivante au Maghreb pour celébrer l'arrivée de la pluie par temps ensoleille" (France Huser, "Les mystéres du Sahara", 2003).

El angar, angaris spinosa , planta medicinal muy importante está asociada a la fertilidad, se bebe en agua de cocción (tanto para hombres como para mujeres) y también se la utiliza para ayudar a un parto más rápido y seguro, mezclada a la tara y al legrofel se coloca a manera de incienso sobre las piedras calientes y se le agrega agua, produciendo una humareda importante dentro de la jaima que servirá de lugar de parto, se la envuelve en mantas y se expone a ese calor la parte vaginal, ayudando estos vapores al natural trabajo de parto.

Por siete días no saldrá de la jaima, y será masajeado su vientre con aceite y grasa de camello, después del parto, luego tomará medicinas, mezcla de hierbas y minerales raspados hasta sanarse. Si el niño estuviera muerto, se usa el tamat, la mujer tomará el tamat con leche caliente hasta que el niño salga de su vientre.

A los siete días del nacimiento se celebrará con una gran fiesta, en la que se elige el nombre del niño, que se dará a elección entre los abuelos y tíos o demás parientes.

Cada nombre se escribe en una maderita pequeña y la madre elegirá con los ojos tapados, luego de darle el nombre se realiza la ceremonia del ofrecimiento del niño al sol.

Esta ceremonia se realiza aunque el niño haya fallecido antes de esos siete días establecidos.

La práctica de la contracepción tiene aplicación ,al espaciar los períodos de amamantamiento del recién nacido, y al establecer la abstinencia sexual de la mujer durante ese período, dándole al niño mejor oportunidad de sobrevivir.

A pesar de que los datos religiosos establecen un 99,93% de musulmanes, un 0,02 religiones tradicionales africanas y un 0,05 cristianos (cifras año 2000), en las prácticas aún perduran los saberes y conocimientos de religiones primitivas, moderados por la asistencia de la biomedicina y la religión islámica con sus preceptos normativos del matrimonio y la perspectiva de la sexualidad.

Establecen que la sexualidad debe tener el concepto de satisfacción mutua, la modestia en el vestir y la conducta de las mujeres evitarán los resultados negativos del sexo fuera del matrimonio, como riesgo de embarazos no deseados, contagio de enfermedades de transmisión sexual, ruptura de la familia y del matrimonio ( en caso de adulterio).

También el sexo prematrimonial es considerado ilícito en el Corán.

No se habla de mutilación genital femenina, esta práctica debilitaba severamente la sexualidad de la mujer causándole la imposibilidad de lograr una satisfacción sexual completa y se ha eliminado con la introducción del Islam que enfatiza la importancia de la satisfacción sexual para el marido y la mujer.

Sin embargo es ésta sin duda una interpretación menos severa del Corán, ya que existen otras:

"la virginidad todavía se considera la posesión más valiosa de la mujer soltera" (Slak Alison: 447).

"De este modo las cirugías genitales pueden servir como medio de proteger la pureza del linaje" (Daniel Gordon: 10).

Alrededor de los diez o doce años se practica en los niños varones la circuncisión, ritual doloroso y sangrante, que se atenúa con el uso de anestésicos naturales.

Las tabibas mantienen una relación con las mujeres durante toda la vida, los ciclos se reanudan, trataran a sus madres en los partos, tratarán sus enfermedades en la niñez, las iniciarán en la menstruación y sus rituales de higiene corporales (antiguamente las mujeres eran consideradas durante la menstruación no dignas, no se debía copular con ellas), las iniciarán en la pubertad, les enseñarán a preservar su virginidad, participarán en sus noches de bodas, (secretamente para no disminuir el sentimiento de virilidad del hombre), más tarde las asistirán en los partos y así, irán re- iniciando un nuevo ciclo.

La mujer en el Sahara Occidental, vive en condiciones de fragilidad, y de ella depende actualmente, no sólo la procreación sino todo el funcionamiento de los campamentos.



Con una mortalidad de 39 muertes por cada 1.000 nacimientos, con un promedio de asistencia servicios médicos de 3.125 personas por médico, con un acceso a agua potable de difícil e inmediata resolución, con déficit de hierro en la sangre y anemias congénitas, con una alimentación de precaria subsistencia (aportada por los servicios de cooperación y organizaciones de bien humanitarias)comprende casi intuitivamente la importancia que tiene el seguir procreando, más allá de las estadísticas y los programas asistenciales .

Poblar y defender las tierras, más allá de los ataques y de la incomprensión de las naciones del primer mundo, sin disminuir su participación activa en la sociedad local e internacional. Darán un promedio de 5 a 6 hijos vivos, algunas mujeres pueden tener hasta 12 hijos, con la posibilidad de volver a contraer matrimonio y procrear la misma cantidad duplicando las cifras estandarizadas.


No podemos considerar aquí el ritual, la estructura social, el funcionamiento pragmático y el ethos como entidades independientes, se relacionan entre sí, todo el tiempo.

Podemos articular los aspectos cognitivos del comportamiento cultural, las necesidades y deseos emocionales básicos de los individuos y las poblaciones, cómo se modelan y especifican, y como determinan las conductas del grupo en su conjunto cumplimentándolas.

Beatriz Carbonell
Universidad de Fasta, Patagonia, Argentina

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