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las tribus de este desierto


Conoció el Sáhara desde épocas prehistóricas la ocupación del hombre, de lo que son testigos las pinturas rupestres que hablan de un clima muy distinto al que hoy es típico del desierto.

El Neolítico del Sáhara ha sido presentado por los especialistas (Balot, Hugot, Camps, Almagro) con autonomía respecto al contexto norteafricano. La industria (puntas de flecha, utensilios) y el arte (grabados rupestres, arquitectura funeraria), aunque conectados con las demás culturas del desierto, no se pueden explicar si no es en su propia identidad.
Por esta razón se ha acuñado el término de "Neolítico Sahariano".

Las especiales circunstancias geográficas del territorio exigieron un determinado comportamiento humano en relación con el medio.

El proceso de desertización de amplias áreas del territorio intervenía en la dialéctica de esta transformación cultural.

Transformación de la vida sedentaria en vida nómada.

Cuando, hacia el siglo III d.C., los bereberes zenetas introdujeron el dromedario en el Gran Desierto, se abandonaron los asentamientos fijos y se inició una forma de vida móvil siempre a la búsqueda de los pastos.

Las fronteras se fijan ya con precisión, y la arqueología y las descripciones antiguas que se conservan nos dicen que:

Al norte del Draa permanece la forma de vida sedentaria.


En la cuenca de este mismo río los habitantes son trashumantes(cambian de lugar con las estaciones, pero siempre a los mismos sitios).

Al sur se establece el nomadeo (ninguno de los asentamientos ha de ser previamente conocido).

Mientras que la zona cultural del Africa mediterránea y la región Senegalomauritana recibieron pronto la nueva fe, el Sáhara de Occidente se mantuvo durante cuatro siglos con sus propias creencias.

Refractarios los nómadas a los sucesivos intentos de islamización, solamente cuando el predicador fue uno de ellos, aceptaron esta religión.

En el siglo XI un santón, que había realizado la peregrinación a la Meca, funda una austera cofradía de monjes guerreros (almorabitum = almorávides) que propagándose con prodigiosa rapidez entre los más numerosos de los grupos bereberes nómadas se abalanzan sobre Marruecos, Argelia, Mauritania, Malí y España.

La dureza de la vida nómada se reflejó en la forma de luchar contra la decadencia moral y religiosa de los países que conquistaron.

Al propagar su ortodoxia musulmana dejaron un hueco demográfico importante, que es a medias llenado con la llegada de algunas tribus yemeníes en el siglo XIV:

los árabes Maqil, ancestros de la tribu actual de Ulad Delim.

Es nuevamente un suceso religioso causa de acontecimiento histórico importante.

Hacia el siglo XVI, la Saguia el- Hamra es habitada por místicos que buscan la santificación por medio de la oración y la soledad.

Algunos de ellos, hacedores de milagros y dotados de extraordinaria fe, invaden en oleadas el norte de Africa.

Los más destacados se distinguen, con sus familias, del resto de los grupos bereberes.

Sid Ahmed el Ergueib es Padre de los Erguibat; Sid Ahmed el Arosi, de los Arosien; Sid Ahmed Bo Gambor de los Uld Tidrarin.

La Saguia será desde entonces conocida como Tierra de Santos por todos los musulmanes del Africa noroccidental.

Los descendientes de los almorávides y el resto de las tribus van a la lucha por la supremacía de poder Se produce la guerra de Chaad Bubba (siglo XVII) en la que son aplastados los primeros y se les anula su condición de guerreros.

Tras esta batalla se crea un orden social que permanece hasta ahora.

En la cúspide, los chorfa (descendientes del Profeta) cuya santidad de origen les protege de posibles ataques por otras tribus; debajo los arab, guerreros, vencedores, y los zuaia, gentes de libros, vencidos, dedicados desde ese instante al estudio y a la meditación religiosa, habitantes del Tiris.

El tercer escalón está compuesto por znaga, tributarios de otros pueblos, últimos descendientes de los zenetas, malemin, artesanos, descendientes de judíos
En la base, haratin, libertos, y abid, esclavos.

Las tribus guerreras se establecen en las mejores zonas de pastos, y en el Jat al-Jaot (frontera colectiva).

Los tributarios son colocados en la costa, considerada la parte menos valiosa del país.

Y los hombres de libros se sitúan en los intersticios existentes en la zona de nomadeo de las tribus guerreras y costeras (de este modo cubren las necesidades culturales de todo el país). El equilibrio es perfecto.


Cada tribu se comporta como un estado en pequeño.

Entre ellas hay simpatías y antipatías heredadas (procedentes de los antiguos grupos bereberes siempre en guerra entre sí).

Todas reconocen un límite común, el Jat al-Jaof (línea de peligro), que coincide casi con exactitud con la frontera natural del territorio, y exactamente con la frontera cultural.

Ante problemas exteriores, las tribus se unían frente al peligro común.

Tal fue el caso de la invasión francesa, que coincidió con la vida del Chej Ma El Amin, y la segunda Edad de Oro de la cultura saharaui.

La desaparición, el nacimiento y la constitución de tribus en el Sáhara, hemos visto antes, se debió siempre a condiciones históricas específicas del Territorio.


Los núcleos bereberes del Sáhara se vieron reforzados con la presencia de tribus árabes (nómadas de la península Arábiga) que deliberadamente se instalaron en el desierto por razones de afinidad con el medio ecológico.

Este acontecimiento purificó y fortaleció la religiosidad de los habitantes del territorio, y les diferenció de los habitantes del núcleo cultural bereber-marroquí.

Esta religiosidad que les diferenció en contacto con la austeridad del desierto, se manifestó con el nacimiento de una específica forma de santidad, y la aparición de santones taumaturgos, fundadores de familias y gobernadores a la vez de los distintos grupos humanos.

Entre las tribus zuaias (hombres de libros) nacieron grandes hombres que adquirieron y elaboraron una cultura extraordinaria.

Durante el siglo XVIII y los comienzos del XIX se produce la Primera Edad de Oro de la cultura del Sáhara. Chej Mohammed Uld Mohammed Salem, autor, entre otras, de una monumental obra de derecho de unas 1O.OOO páginas, y Emhammed El Tolba, gramático y poeta excepcional, son figuras muy destacadas.

La talla de estos sabios puede ser sopesada con la figura de Semyedre Uld Habibal-la. Este autor, después de ser maestro del director de la Universidad Marroquí de Fez, terminó sus días de profesor excepcional de la Universidad del Cairo.


Y los conocimientos que tenía habían sido adquiridos en el Tiris, su patria natal. Chej Mohammeo el Maami se especializó en textos geográficos y en cantos regionales (algunos de los cuales se imprimieron), en los que declara la independencia secular ce su país.

Autor de Kibatu eI-Badiati (libro del nomadeo), verdadera obra maestra descriptiva de paisajes y costumbres, propone fórmulas de gobierno que organice a las tribus en un solo estado.

Chej Ma El Amin y la fundación de Smara:Chej Ma El Ainin (1830-1910) actuó como los grandes fundadores de tribus del siglo XVI.

Su profunda religiosidad y su poder taumatúrgico le valieron el respeto de todos los saharauis.

Jefe de una cofradía mística, la Fadelia, predicó la fe islámica y la ortodoxia religiosa por el Sáhara, Argelia, Marruecos y Mauritania, y, en un momento dado, la Guerra Santa contra los franceses.

A su prestigio religioso se unía su sólida preparación intelectual (se le sabe autor de más de 314 obras).

Su obra más importante fue la construcción de la ciudad de Smara.

Los donativos que recibía de los peregrinos que iban en su busca (jefes y comisiones de las tribus de todo el Sahara de Argelia, de Marruecos, de Malí, de Mauritania) y la gran ayuda que le daban los emires de Trarza y Brakna mauritanos y el sultán de Marruecos, a cambio de baraka (prueba milagrosa de santidad), fueron la base económica de esta empresa. Smara, en el cauce de la Saguia (primera ciudad construida en el desierto desde el siglo III). Edificada sobre bases mágicas, llegó a agrupar en torno a la Alcazaba más de 20.000 jaimas.

Y fue nucleo fundamental en la lucha contra los franceses (era la m´tica ciudad de los hombres azules). Abandonada provisionalmente por Chej Ma El Ainin poco antes de su muerte (1910), fue destruida en parte por las tropas meharistas del coronel Mouret (de la Mauritania francesa en 1913).

Chej Ahmed el Heiba, uno de los hijos de Chej Ma El Amin, había sido nombrado Sultán Azul por las tribus del Sáhara tras la destrucción de Smara. La bandera y el himno de su padre fueron institucionalizados.

El primer Sultán Azul llevó la guerra a los franceses y a los marroquíes y conquistó Marraqués. Un nuevo Sultán Azul, Chej Merebbi Rebbu, sucedió al primero, muerto asesinado. Los franceses (desde sus colonias mauritana, marroquí y argelina) y los marroquíes le cercaron.

Antes que ser vencido por sus enemigos decidió entregarse a los españoles que habitaban las costas, y que deliberadamente no intervenían en las cuestiones internas del país.

La penetración española fue, de este modo, pacífica. Smara fue entregada a España en 1934. La Segunda Edad de Oro:Chej Ma El Amin fue el artífice de una Segunca Edad de Oro en el Sáhara occidental. Efectivamente, su biblioteca de más de 5.000 volúmenes, que contenía los manuscritos originales de la mayor parte de los sabios anteriores del Sáhara, saqueada por los franceses, había servido para formar a sus varios miles de talmidis (discípulos).

Se había rodeado de una corte de poetas brillantes, y los malemin (artesanos) llegaron a virtuosismos espectaculares bajo el esplendor cortesano.

Formas de gobierno y derecho:Inventadas por las tribus guerreras nacen unas instituciones que se encargan de la administración del poder público. La Yemaa o Asamblea de Notables de la tribu es el órgano rector supremo.

El Chej o Jefe es la cabeza visible del poder Con él y la Yemaa, la etarbain o Consejo de los Cuarenta Guerreros Destacados, que se encarga de una parte de la administración pública.

La Etarbain nombra al Qadi o Juez entre los sabios de la tribu; en casos excepcionales, entre hombres destacados de otras procedencias, y también en raras ocasiones (y esto es costumbre de una sola tribu) se honra a alguna personalidad religiosa invitándola a efectuar ella el nombramiento.

Los antiguos griegos conocieron, de un modo más legendario que real, al Sáhara por sus costas. De los romanos, consta un conocimiento más profundo.




A los viajes de geógrafos e historiadores (cuyas memorias se conservan por los testimonios de Plinio, Estrabón, Polibio, Ptolomeo, etc.) se unen las expediciones militares de Julius Maternus y Cornelius Balbus, entre otros.


Los bereberes que habitaban el Sáhara occidental son nombrados por los romanos gétulos. Y Getulia su país, situado al sur del Atlas. Según Estrabón, se extendían hacia el país de los negros (Aetiopes Occidentalis).

Viajes de navegantes españoles y portugueses en los siglos XIV a XVII presentaron una imagen de las costas en Europa.

Los portugueses y españoles se dividieron en asentamientos, pactando libremente con las tribus y comerciando con ellas.

El interior era conocido por la obra de León el Africano, y del español Luis de Mármol. Según éstos, Africa se dividía en tres zonas: Barbaría o Berbería, región Norsahariana, el Biledulgerid o País de los Nómadas (desierto del Sáhara) en el centro, y el País de los Negros al Sur En el Biledulgerid, el Sáhara occidental, limitaba al Este con los Tuaregs, en esa época no musulmanes.

Tras las invasiones árabes del siglo VII y XI, se establecen en la costa atlántica en el siglo XV diversos emplazamientos con objeto de controlar posibles peligros para las islas Canarias, y así en 1476 Diego de Herrera construía Santa Cruz, hoy identificada con Ifni, que además reportó una serie de ventajas económicas.

El hecho suscitó reclamaciones portuguesas, los cuales también realizaban expediciones en la zona, por lo que se llegó a un acuerdo firmándose el tratado de Cintra en 1509 en el que se fijaban los límites de ambas Naciones.

No mucho más tarde se abandonaron estos puestos, debiendo esperar hasta 1860 en que en el tratado de Tetuán con Marruecos se pedía el reconocimiento de aquellos territorios. El resultado fue parcial y a pesar de que en 1884 se declaró zona de protectorado la comprendida entre Cabo Blanco y Bojador y de acuerdo con el jeque de la zona mauritana, la conferencia internacional de ese mismo año en Berlín no tiene en cuenta los derechos españoles.

Finalmente los Tratados de 1900,1902,1904 y 1912 con el gobierno francés van reduciendo el territorio sahariano hasta quedar en los límites actuales, el cual se declaró provincia española en 1958. Expediciones interesantes fueron en el siglo XIX entre otras las de Gatell, de la Sociedad Española de Africanistas y Colonias, Alvarez Pérez, Bonelli, Quiroga.

Ya en el XX, a principios del siglo, Bens, D'Almonte y hacia la mitad las del E.P.S.E

Por último ya sabeis que está el Polisario arrinconado en Tinduf y el Sahara administrativamente dependiendo de forma provisional por Marruecos después de los Acuerdos de Madrid, provocados por el rey Hassan II de Marruecos con la ayuda de EEUU, aprovechando la muerte de Franco y el momento político poco firme de la política española de aquel momento.

Esperamos que sus tribus y sus gentes vuelvan a recorrer por todas sus dunas, dado que la Tierra no es de nadie,... sino únicamente de las gentes que las viven y las aman.

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